Era difícil verbalizar todo eso que me generaba, como escucharlo hacía sentir que todo valía la pena, mi forma de analizar las cosas, la verborragia, los viajes largos y los besos como relámpagos, como me hacía brotar algo tan intenso pero a la vez tan comedido, ¿cómo expresarselo en una frase tan trillada o en una convención tan poco excitante?
Pero no hacía falta. Yo exudaba amor, y él lo sabía.
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