You just can't buy illusions

08 enero 2014

Preguntas cerradas.

Leyendo mi post de principio del año pasado, me encontré con ciertas preguntas que me quiero contestar (que mejor espacio para hacerlo que en mi bienamado blog?):

¿Entraré a la facultad? No a la que te anotaste en principio, te anotaste en otra (ponele) que te vino bastante mejor.
¿Viajaré? Si, tentativamente todos los domingos durante 7 meses a tu ciudad natal, te mudaste a la ciudad de la furia. Ah, y los lunes a la vuelta.
¿Mantendré ciertas relaciones? Las más grosas, si; un par andan en la cuerda floja, pero por otro lado, creaste relaciones nuevas que no hubieses pensado.
¿Avanzaré en mi carrera? Uf, mentalmente un SI enorme. Dedito para arriba.


Efectivamente, las respuestas llegaron. Y generaron unas quichicientas preguntas más. Pero, hoy por hoy, no quisiera ni formularlas, no quisiera concluir en crisis al ver la lista interminable de dudas; que el tiempo me conteste solo, y que así sea.
Y me encontré en mi mente, sentada en su sillón, contándole todo lo que me pasaba. Fuera de mi mente su sillón parece tan lejano (ni hablar de la charla).
Él era música, era sueño, era fiesta, era amor, era tan lindo, 
¿cómo sufrir, cómo no atesorar algo que me hacia sentir así de bien, así de viva, así de feliz?