You just can't buy illusions

18 octubre 2016

Era difícil verbalizar todo eso que me generaba, como escucharlo hacía sentir que todo valía la pena, mi forma de analizar las cosas, la verborragia, los viajes largos y los besos como relámpagos, como me hacía brotar algo tan intenso pero a la vez tan comedido, ¿cómo expresarselo en una frase tan trillada o en una convención tan poco excitante?
Pero no hacía falta. Yo exudaba amor, y él lo sabía.

Hummingbird.

Y en ese momento dejé de pensar, o más bien, tenía la mente tan cargada de pensamientos que en la vorágine todos se condensaron en una masa que cada vez se inflaba más y al explotar me dejaron vacía, pero a la vez llena del sonido, de las luces, de la adrenalina, y me pregunté sobre los orígenes de la luz y la música y de la gente que se agrupaba a apreciarla y como desde ese inicio pasó el tiempo hasta llevarme ahí, en esa muchedumbre que rebotaba al son de la guitarra y cuyo (no) pensamiento colectivo se manifestaba en los gritos y en los cantos tan coordinados, con tanta energía, que en ese instante nos reflejaba, éramos eso, la energía.